El acné

El acné es una enfermedad de la piel muy común entre los adolescentes, aunque también se presenta en los adultos e incluso en los bebés. El acné es una enfermedad crónica de la piel que suele desarrollarse durante varios años. Los brotes de granos se alternan con períodos más tranquilos, en función de la estación, de factores agravantes, de la aplicación de tratamientos con mayor o menor diligencia...

Los granos de acné son antiestéticos y las personas que tienen en la cara y/o el cuerpo suelen sufrir por ello. Además, hay muchos mitos sobre el acné, sus causas y sus tratamientos circulando por ahí. El objetivo de estos artículos es arrojar más claridad sobre el asunto y permitir que cada persona encuentre una solución adaptada a su tipo de acné.

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Contenido

¿Qué se necesita saber sobre el acné?

Mucho más que una simple enfermedad de la piel, el acné es una enfermedad del folículo pilosebáceo, una estructura que engloba el pelo y la glándula sebácea.
La glándula sebácea es la encargada de producir el sebo, una mezcla de lípidos esencial para proteger la piel contra las agresiones externas y garantizar su flexibilidad. El acné está regulado por dos principales factores, las hormonas por un lado, y las bacterias por otro:

  • Bajo la influencia de las hormonas, se produce una cantidad excesiva de sebo o este se vuelve demasiado espeso. Al mismo tiempo, las células del folículo se multiplican. La hiperseborrea por un lado (demasiado sebo) y la hiperqueratinización por otro (demasiadas células) provocan la obstrucción de los poros de la piel y la aparición de los primeros brotes de acné. El acné es hormonodependiente, de ahí que sea muy común durante la adolescencia. Durante la edad adulta, factores como el embarazo, la menstruación, la ingesta de la píldora o la menopausia alteran el equilibrio hormonal provocando un aumento del acné.
  • Además, una bacteria llamada Cutibacterium acnes, que vive con total normalidad en la piel de cualquier persona, también desempeña un papel importante en la aparición del acné. Bajo la influencia de las hormonas y los cambios en el sebo, la población de esta bacteria se ve realmente alterada, lo cual también favorece la aparición de lesiones de acné.

Otras causas más comunes de acné son los antecedentes familiares, el uso de cosméticos comedogénicos, ciertos medicamentos y el estrés.

¿Cuáles son los síntomas del acné?

Las personas con acné tienen la piel grasa y reluciente, los poros dilatados y granos: puntos negros, puntos blancos y barrillos rojos.

El acné afecta principalmente a la cara, pero también puede aparecer en la frente, la espalda, la parte posterior del cuello y la parte delantera del tórax. El mayor riesgo de esta patología es la aparición de cicatrices, que pueden persistir hasta mucho después de la adolescencia.

Los distintos síntomas del acné hacen que la enfermedad sea particularmente perceptible; a veces resulta difícil soportar la mirada de los demás, sobre todo cuando las personas miran los granos creyendo que son contagiosos o se deben a una falta de higiene. ¡Pero esto no es cierto!

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¿Cuáles son los diferentes tipos de acné?

Dependiendo de la importancia de los distintos factores antes mencionados, el acné puede adoptar diversas formas:

  • El acné conocido como “retencional” se caracteriza por una piel brillante, poros dilatados, puntos negros (comedones abiertos) y puntos blancos (comedones cerrados o microquistes)
  • El acné conocido como “inflamatorio” con presencia de granos rojos: pápulas, pústulas o incluso nódulos, dependiendo de la profundidad de estos granos en la piel.
  • El acné nodular o noduloquístico, también conocido como acné conglobata, es una forma crónica y grave de acné caracterizada por numerosas lesiones, especialmente nódulos, y con un riesgo elevado de cicatrices.
  • El acné fulminante es la forma más grave de acné, pero afortunadamente también es la menos frecuente. El acné fulminante es la única forma aguda de la enfermedad, caracterizada por importantes signos cutáneos y extracutáneos; requiere una hospitalización urgente.

La población afectada por los brotes de acné también es muy diversa:

  • El acné juvenil, es decir, el acné del adolescente y el preadolescente, es la forma más común de acné; en torno al 80% de los jóvenes se ven afectados
  • El acné en las mujeres adultas, que afecta a cerca del 20% de las mujeres, se concentra en la parte inferior de la cara y suele obedecer a trastornos hormonales fisiológicos o patológicos
  • El acné en los hombres adultos suele aparecer en la espalda, aunque también puede presentarse en la cara y constituir un motivo de sufrimiento a diario
  • El acné del lactante se presenta entre los 0 y 3 meses; a menudo desaparece al cabo de unos meses sin dejar cicatrices y no debe ser motivo de preocupación para los padres.

¿Qué tratamientos existen para el acné?

Cuando se tiene acné, es importante consultar a su médico de cabecera o a un dermatólogo, el especialista de la piel. Dado que el acné es una enfermedad crónica, el uso de los diversos tratamientos disponibles para el acné suele preverse durante varios meses o años. Se puede recetar un tratamiento farmacológico para mejorar el estado de la piel y limitar la agravación del acné. En función del tipo de acné, la gravedad y otros criterios (duración, edad, etc.), podrá indicarse un tratamiento local, oral o combinado. El dermatólogo puede proponer otros tratamientos como el láser.

En ocasiones, la piel puede verse fragilizada por los distintos tratamientos: sequedad, rojeces, molestias... Estos efectos secundarios pueden contrarrestarse utilizando unos cuidados dermocosméticos hidratantes adaptados. Estos dermocosméticos contra el acné también pueden obtenerse con receta médica o a raíz del consejo del farmacéutico: cremas, mascarillas, lociones, sticks correctores…

Para acabar con el acné y limitar el riesgo de cicatrices, hay que armarse de paciencia y seguir bien las prescripciones y los consejos de los profesionales de la salud.

¿Qué se puede hacer contra el acné a diario?

¿Qué se puede hacer cuando se sufre de acné? Hay que adoptar los buenos hábitos en cuanto aparecen los primeros brotes de granos:

  • No tocar los granos para evitar la superinfección y las cicatrices
  • Usar unos cuidados limpiadores suaves especialmente formulados para las pieles acneicas
  • Enjuagar y secar la piel después de practicar deporte
  • Maquillarse con productos adaptados y etiquetados como “no comedogénicos”
  • Usar productos de afeitado y para después del afeitado sin alcohol.
  • No exponerse al sol sin una protección solar adaptada, ya que el sol es un falso amigo del acné: hace que el acné desaparezca bajo el sol, ¡pero provoca la reaparición de los granos cuando termina la exposición!

En lo que respecta a la comida, no es necesario restringir ni eliminar ningún alimento en particular de la dieta: al contrario de lo que suele pensarse, ¡el embutido y el chocolate no provocan brotes de acné! A la espera de obtener más información en lo que respecta a los otros alimentos, especialmente los productos lácteos y los dulces, lo esencial es seguir una dieta equilibrada.

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